19 octubre 2012

El animal sin rostro infinito.

''Está bien. Todo acabará bien. No estaba perdida, ni fría, ni ausente. Estaba viva. Seguía viva en mi mundo perfecto. Estaba en el horizonte azul entre el cielo y la tierra. Los días eran siempre iguales y todas las noches tenía el mismo sueño. El olor a tierra mojada. El grito que nadie escuchaba. Los latidos de mi corazón como una bafa contra un plato. Y oía como me llamaban las voces de los muertos. Quería seguirlas para encontrar una salida, pero siempre volvía a la misma puerta y me daba miedo. Sabía que si entraba, no saldría jamás.
Mi asesino se recreaba con el recuerdo de mi asesinato una y otra vez. Se alimentaba de él. El animal sin rostro infinito. Pero aquella sensación volvía, el vacío le consumía y la necesidad crecía en él de nuevo. Cuando llegó el verano observaba como los jóvenes se adentraban furtivamente en el maizal. Comenzó a seguirlos y a mirar. [. . .]
El asesinato lo cambiaba todo. Cuando estaba viva no odiaba nunca a nadie, en cambio ahora odio es lo único que me quedaba.  [. . .]
Esos eran los queridos huesos que habían crecido en mi ausencia. Las conexiones a veces tenues y a veces hechas con grandes sacrificios pero a menudo magníficas que habían nacido después de mi desaparición  Y empecé a ver las cosas de una manera que permitía abrazar el mundo sin estar en el.
Nadie sabe cuando nos vamos . . . me refiero, al momento en que decidimos irnos realmente. Como mucho sientes un susurro, la ola de un susurro ondulándose hacia abajo.
Me llamo Salmon, como el pez. De nombre Susie. Tenía 14 años cuando me asesinaron el 6 de diciembre de 1973.  Fue un instante y luego desaparecí. Os deseo a todos una vida larga y feliz.''

-Susie Salmon en ''The lovely bones''-

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